por Herbert W. Armstrong
Aunque parezca alarmante, es innegable que entre los líderes religiosos de la actualidad existe gran confusión en lo que concierne a la verdadera naturaleza y oficio de Jesucristo — el Salvador del mundo. ¡Pero usted no tiene por qué estar en duda! La Biblia fue inspirada por Dios para impartir la verdad a aquéllas que la buscan con sinceridad de mente y corazón. Y hemos de buscarla diligentemente, porque aun este asunto tan vital llegó a quedar mezclado en el barullo del perturbado y caótico mundo de nuestros días.
¿Es Jesús Dios? ¿Es El lo mismo que Jehová? ¿Hay más de un Dios? ¿Cuál es la verdad? En el presente artículo encontrará la respuesta que Dios mismo nos da — respuesta que proviene de su propia Palabra— según aparece revelada en la Biblia.
¿Es Jesús Dios? Jesucristo vino a sufrir el castigo que nos correspondía expiar a nosotros por incurrir en pecado. El se dio a sí mismo para que nosotros pudiésemos ser reconciliados con Dios. ¿Cómo fue posible tal cosa?
En primer lugar, si Jesús hubiese sido humano solamente, su muerte sólo hubiera pagado por la pena de otro ser humano que hubiera incurrido en esa pena por transgresión de la ley espiritual de Dios (Romanos 6:23). Puesto que Dios el Padre creó todas las cosas por medio de Cristo Jesús (Colosenses 1:16) y dado que todas las cosas, incluyendo el hombre, fueron hechas por Jesucristo, El es nuestro Hacedor y por lo tanto, Dios; y su vida, la cual dio, era de más grande valía que la suma total de todos los seres humanos.
Porque leemos: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:1-3). “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre)” (versículo 14). También se nos dice: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció” (versículo 10). Compare estos pasajes con 1 Corintios 8:6 y Colosenses 1:12-19.
Solamente la vida puede engendrar vida. Esta es la ley absoluta de La biogénesis. Puesto que la vida eterna es el don de Dios (Juan 3:16), solamente un Dios que posea inmortalidad puede darla. Si Jesús hubiese sido humano solamente, nosotros no podríamos recibir vida eterna por medio de El, y El no podría ser nuestro Salvador.
El hombre no tiene vida eterna inherente en sí mismo. Pero, de la manera que Dios “el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo”. Y “Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (Juan 5:26 y 1 Juan 5:11-12).
También era humano. Por otra parte, Jesús era también humano. Puesto que es la vida humana la que ha transgredido la ley de Dios, ésta reclama vida humana como castigo. Contrariamente a la enseñanza popular de la hora actual, la Biblia afirma que la paga — el castigo — por el pecado, es muerte (Romanos 6:23) — no la vida eterna en el “infierno”.
Cuando pecamos, quebrantamos la ley espiritual perfecta, “pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). Y la pena por este pecado es la muerte. Esta pena tiene que pagarse. Dios no transigirá. El castigo tiene que ser pagado por el hombre. Por lo tanto, Jesús, quien es y era Dios, quien siempre ha existido (Juan 1:1-2), fue hecho carne (versículo 14).
El, que era Dios, de hecho se convirtió en carne humana, porque 1 Juan 4:2-3 declara: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios”. El fue concebido en y nacido de una virgen humana, María. “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18). El no sólo fue hecho carne, sino carne y sangre humanas. Observe lo que dice en Hebreos 2:14: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo”.
Jesús en repetidas ocasiones se llamó a sí mismo el Hijo del Hombre, y también el Hijo de Dios. Mateo escribió: “Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo» preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros Elías, y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:13-17).
En lo que a naturaleza concierne, Jesús es igual a Dios — “Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:6).
En Tito 2:13, Jesús es llamado Dios. Por lo tanto, El es Dios. La Biblia contiene tanto material sobre estos puntos, que lo antes mencionado es meramente un fragmento de la evidencia.
Sí, Jesús es también “Jehová”, aunque esta palabra es el producto de una traducción errónea. El nombre original en el hebreo contenía las consonantes “YHVH”. En la Escritura hebraica se omitían las vocales, y se suplían solamente al proferir las palabras. Por lo tanto, no se conoce de una manera definida la pronunciación exacta del nombre, pero en la actualidad la suposición más común es que éste es “Yah- veh” o “Yahweh”. El significado es “EL ETERNO”, “EL INMORTAL”, o “EL QUE EXISTE POR SI MISMO”.
La mayoría supone que “Yahveh”, “Jehová”, o “El Señor”, como se le llama en algunas versiones del Antiguo Testamento, era Dios el Padre de Jesucristo. Pero tal suposición es un flagrante error.
“YHVH” era el Dios de Israel, el único de la Deidad conocido por Israel. Cuando El vino en carne humana, los hombres no le reconocieron. “En el mundo estaba, …y el mundo no le conoció” (Juan 1:10). Ni tampoco conoció el mundo a Dios el Padre (Mateo 11:27 y Lucas 10:22) “ … ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.
En Génesis 1, el nombre hebreo que se tradujo “Dios”, es “Elohim”. Este es un nombre uniplural, como “iglesia”, o “familia”. La iglesia y la familia consisten en más de una persona; no obstante, es una iglesia o una familia. En el mismo sentido “Elohim” — el Reino Dios — incluye a Dios el Padre y a YHVH, quien era el “Logos” o el Verbo de Dios, y también el Espíritu que emanaba de ellos, el Espíritu Santo, la vida, el carácter, y el poder de Dios.
Cuando Jesús oró por el bienestar de la Iglesia, pidió que sus muchos miembros fuesen “uno, así como nosotros” (Juan 17:11-21). La Iglesia es un cuerpo; sin embargo, está compuesta de muchos miembros (1 Corintios 12:12). El esposo y la esposa son una carne, aunque dos personas.
La palabra “Dios” tiene dos significados — el Reino de Dios o la Familia de Dios y las personas que componen ese Reino o Familia. Cristo y el Padre son un Dios, no dos Dioses — un Elohim. Por eso “Elohim” dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Génesis 1:26).
“YHVH” era el “Verbo” o portavoz de la Deidad — su segundo miembro. Desde el primer instante que Dios empezó a hablar al hombre, fue siempre “YHVH” (traducido “Yahweh”, “Jehová” o “el Señor”) quien habló. (Véase Génesis 2:16, 18 y Éxodo 20:2.) Siempre es “YHVH” en el original hebreo — el “Verbo” que fue hecho carne. Para comprobar esto se requiere un largo estudio que implica centenares de pasajes bíblicos.
Como un fragmento de la evidencia, compare Isaías 8:13-14 con 1 Pedro 2:7-8. Isaías dijo: “Jehová de los ejércitos” — YHVH — será “por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer”. Pedro, citando este texto con referencia a Cristo, dijo que El es “piedra de tropiezo y roca que hace caer”. Jesús es el Señor — el Eterno del Antiguo Testamento.
Compare ahora Isaías 40:3 con Mateo 3:3 y Marcos 1:3. Juan preparó el camino a “YHVH” (Isaías 40:3), quien era Cristo (Marcos 1:14-15).
En Apocalipsis 1:17 leemos: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último”. Y en el versículo 8, “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. De nuevo en Apocalipsis 22:13, leemos: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último”.
Estudie también Apocalipsis 22:16 para mayor prueba de que Jesús era el que hablaba. El se llama a sí mismo el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, el Primero y el Ultimo. Compare ahora estos textos con Isaías 44:6: “Así dice el Eterno Rey de Israel, y su Redentor, el Eterno de los ejércitos: Yo soy el primera, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios”.
Busque luego Isaías 48:11-12, donde dice esto: “Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mí honra no la daré a otro. Óyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero”. Los versículos 17 y 18 de este mismo capítulo demuestran que era YHVH el que hablaba. Y también en Isaías 41:4, encontramos estas palabras: “¿Quién hizo y realizó esto? ¿Quién llama las generaciones desde el principio? Yo el Eterno, el primero, y yo mismo con los postreros”. Todos estos pasajes indican muy claramente que YHVH es el Primero y el Ultimo. Cristo es el YHVH del Antiguo Testamento.
Cristo es la Roca —el Dios del Antiguo Testamento. En 1 Corintios 10:1- 4 se hace alusión a Cristo como la “Roca” del Antiguo Testamento, “porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (versículo 4). 2 Samuel 22:2-3: “Jehová” —YHVH— “es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mí salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste”. Vea también el versículo 32.
En el Salmo 18:1-2, esta misma “Roca” es YHVH. Cuando Moisés preguntó a YHVH cuál era su nombre (Éxodo 3:3-4, 13), El respondió que su nombre era “Yo soy” (versículos 6,14) y “YHVH” — el Eterno (versículo 15). Véase también Éxodo 6:2-3. En Juan 18:5-8, tan pronto como Jesús se identificó ante los protervos que Judas guiaba, como “Yo soy”, éstos retrocedieron y cayeron a tierra. De nuevo en Juan 8:56-58, Jesús se llamó a sí mismo “Yo soy”, porque leemos: “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (versículo 58).
La persona de la Deidad que es nuestro Redentor es Jesucristo. Juan 4:42 contiene las siguientes palabras: “Y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo”. “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20). Lea también Tito 2:10-14 y Lucas 1:68-69.
Ese Jesús, el Salvador, es YHVH Vea Isaías 49:7 e Isaías 60:16, donde El —YHVH— es también “el Fuerte de Jacob” — ser de Jacob significa ser hijo o descendiente de Jacob — el Fuerte de todos los hijos de Jacob. También en Isaías 48:17, a YHVH se le llama el Redentor, y el Santo de Israel —¡el único de Israel que es Santo! Lo mismo se expresa en Isaías 43:14, “Así dice el Eterno, Redentor vuestro, el Santo de Israel…” Note también el versículo que sigue (15). YHVH es el Santo de Israel, Creador de Israel, Rey de Israel. Note además que en Hechos 3:14-15 el Cristo que negaron los judíos era el mismo “Santo” — YHVH. “Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo… al Autor de la vida”. Vea también Hechos 2:27 y Marcos 1:24.
Cristo el Pastor de David
¿Quién era el pastor de David? (Salmo 23:1).
En Juan 10:11, Jesús dijo que El era el buen Pastor. Abra su Biblia también en Hebreos 13:20: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas …” Compare este texto con 1 Pedro 2:25, que dice: “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas”.
También leemos: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:2-4).
Es Jesucristo quien está próximo a venir a la Tierra como Rey de reyes para gobernar y para restaurar su Reino. En Apocalipsis 19:13 Juan escribe: “Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”. “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso” (versículo 15), y en Apocalipsis 17:14: “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
El Gran Pastor que viene a gobernar como Rey sobre todos los reyes es YHVH. “Y vosotros, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice el Eterno”. Léalo en Ezequiel 34:11, 30-31.
Note ahora lo que dice en Isaías 2:1- 4 y en Miqueas 4:1-4: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte [Reino] de la casa de YHVH como cabeza de los montes [reinos]” — gobernando al mundo. “Y juzgará [Cristo] entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos” y entonces tendrán paz.
No cabe duda que en casi todos los pasajes del Antiguo Testamento el Señor YHVH, el Eterno, es Jesucristo. El es el Dios de Israel.
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